Sequía en Chile: ¿Amenaza de origen humana o natural?

El problema del agua ha estado latente estos últimos días. Hemos sido el ejemplo claro de lo que no hay que hacer con el uso del vital elemento para todo el mundo. ¿Cómo llegamos a esto?

Si bien el 70% de la superficie del planeta está cubierta por agua, solo el 2,5% de ella corresponde a agua dulce. Si se considera a su vez, que un 76% de la superficie del país sufre de sequía, procesos de desertificación y suelos degradados, las conclusiones son claras: el cambio climático nos afecta de manera directa, pero hay que tener claro que la mala gestión del recurso hídrico finalmente, nos trajo consecuencias.

110 acuíferos del país se encuentran actualmente con una demanda superior a su recarga. Esto quiere decir que se extrae más agua de la que se debería, dada la capacidad de recuperación que este tiene. Conocido es el caso del bosque de tamarugos en el norte, que se secó producto del aprovechamiento de aguas subterráneas que realizó la industria minera durante años para sus faenas o la noticia del momento donde se muestra a la Laguna de Aculeo totalmente seca.

Pero, ¿será efectivamente que el cambio climático se ensañó con nosotros y no nos trae la lluvia suficiente para recargar nuestras reservas de agua dulce? ¿o esto es culpa, además, de las malas políticas públicas al respecto que favorecieron su explotación sin mayor control durante décadas? El cambio climático es algo que Naciones Unidas viene mencionado hace más de 10 años, incorporando la temática en sus marcos internacionales para que los países signatarios de los acuerdos tuvieran conciencia de la gravedad de la escasez de agua del planeta. Sin embargo, en Chile, nunca existió una política de Estado que regulara su uso de manera sustentable. Nuestro territorio tiene una superficie de alrededor de 750.000 km2, de los cuales, más del 60% es montañoso, con altitudes promedio que superan los 4.000 metros sobre el nivel del mar, lugar donde se generan las grandes reservas de agua dulce del país. A pesar de esto y las advertencias sobre el tema por parte de Naciones Unidas, nuestra planificación de desarrollo territorial nunca se ha basado en la conservación y manejo de cuencas hidrográficas, sino más bien en su explotación y aprovechamiento casi descontrolado, existiendo sólo al respecto instrumentos indicativos que no tienen el carácter de obligatorios, por lo que no dejan de ser sólo recomendaciones. Entonces ¿en vez de echarle la culpa a la naturaleza, no será hora de asumir las consecuencias de una pésima gestión? El cambio climático es un proceso que se desarrolla de manera paulatina y viene dando señales hace bastante tiempo. Es aberrante que una vez seco el lago, se piense en cómo llenarlo nuevamente, cuando era infinitamente más barato gestionar su uso de manera sustentable. Realizar un millonario plan de recuperación para la Laguna Aculeo y realizar fiscalizaciones ahora que está sin agua, no asegura que el día de mañana no se vuelva a secar, si no se cambian las políticas públicas que regulan el uso y explotación del agua, y se cree conciencia como país de su uso racional.

Así, el tema de la sequía no pasa a ser sólo una amenaza de origen natural, sino más bien, se suma la amenaza humana por no saber gestionarla.

Fabiola Barrenechea Riveros
Directora Observatorio en Gestión de Riesgo de Desastres
Universidad Bernardo O’Higgins

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