Se calcula que en la Tierra hay cerca de un nonillón de microbios y a pesar de que ya se descifró el genoma de unos 2.000 de ellos, aún quedan muchos sin explorar.
A nivel mundial existe una enciclopedia de microorganismos, donde las naciones registran sus especies locales y las “patentan”. La Universidad Bernardo O’Higgins, a través del Centro de Investigación en Recursos Naturales y Sustentabilidad (CIRENYS), es la única institución que realiza actualmente este trabajo, en nuestro país.
El doctor Leonardo Fernández, dirige una investigación financiada por FONDECYT (código 11170927) que busca inventariar, por primera vez, toda la diversidad microbiológica de nuestro país. En este contexto, durante octubre de este año trabajó codo a codo con el científico brasileño, Pedro Campello Nunes de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, quien reveló cómo fue su experiencia en nuestro país.
-¿En qué consiste el trabajo realizado?
Recolección de muestras de microorganismos de lagunas del borde costero hasta la cordillera, en el tramo que va de Valparaíso a Navidad (Región de O’Higgins).
-Y ¿Después de eso?
La idea es identificar de que especie son estos microorganismos y de registrarlos si es posible.
-¿Cuál es la importancia que tiene nuestro país para un científico brasileño?
Mi especialidad son los microorganismos ciliados y los he estudiado en varios países. De Chile no se sabe absolutamente nada, así que para mí representa un gran atractivo. Yo aporto mi técnica y mi experiencia y ustedes un mundo por describir.
-¿Por qué es tan importante conocer los microorganismos que hay en el suelo chileno?
(Contesta el investigador de la UBO, Leonardo Fernández) Porque ellos son los que facilitan el traspaso de energía y elementos entre el ambiente y todos los seres vivos. Sin ellos la vida en la Tierra desaparecería. Además, representan una fuente biotecnológica casi inexplorada, sobre todo en nuestro país.
-¿Cuánto conocemos hasta ahora?
Lo que conocemos hasta ahora es sólo la punta del iceberg y quizás todo lo que conocemos hay que reformularlo. Es más, es muy posible que en el estudio de esos microorganismos esté la clave del origen de la vida.